Etiquetado energetico

EVALUACIÓN DEL CONSUMO ENERGÉTICO

La energía consumida por una instalación de iluminación depende de la potencia del sistema de alumbrado instalado y del tiempo que está encendida. Ambos aspectos son importantes ya que sus variaciones pueden afectar a la eficiencia  energética de la instalación. Es importante conocer el consumo de energía de una instalación (existente o futura) cuando se considera el coste-efectividad de medidas para mejorar su eficiencia energética. Tales medidas requerirán una inversión económica, pero reducirán el consumo de energía en el futuro.Para calcular el consumo energético de una instalación es necesario considerar los siguientes factores: Potencia Instalada y Horas de Uso.

Potencia Instalada

La potencia instalada se calcula multiplicando el número de lámparas por su potencia unitaria, teniendo en cuenta que en la potencia de la lámpara es necesario incluir la potencia del equipo auxiliar (en caso de que la lámpara lo requiera).

Horas de Uso

Las horas de uso de una instalación dependen de los patrones de ocupación del espacio, la luz natural disponible y el sistema de control usado.

Consumo Energético

El consumo energético se calcula multiplicando la Potencia Instalada por las Horas de Uso.

ETIQUETADO ENERGÉTICO

Una manera de obtener un ahorro energético en iluminación es emplear fuentes de luz con una clasificación energética alta.

La Directiva Europea 92/75/CEE, de 22 de septiembre de 1992, obliga a los fabricantes de lámparas al etiquetado de los productos con el fin de informar sobre sus características energéticas. Por medio del etiquetado energético, es posible conocer el consumo del producto con el fin de comparar con otro de la 
misma funcionalidad y elegir la opción más eficiente.

Los requisitos de aplicación de esta directiva, en lo que respecta al etiquetado energético de lámparas de uso doméstico, quedan establecidos en la Directiva 98/11/CE de la Comisión de 27 de Enero de 1998.

El ámbito de aplicación está compuesto por las lámparas de uso doméstico alimentadas por la red eléctrica (lámparas de filamento, excluyendo las reflectoras, y lámparas fluorescentes compactas integradas) y por las lámparas fluorescentes de uso doméstico (incluidas las tubulares y las fluorescentes compactas no integrales), incluso cuando se comercialicen para uso no doméstico.

Existen siete clases de eficiencia energética, identificadas con una letra desde la A (más eficiente) a la G (menos eficiente). Si se adquiere una lámpara de clase A, el consumo es casi tres veces menor que si fuera de clase G. Este ahorro energético y, por lo tanto, económico es muy interesante para los hogares y edificios en general.

En el embalaje de las lámparas debe aparecer esta etiqueta, además de la potencia de la lámpara (W), el flujo luminoso (lm) y la vida media (h).

ETIQUETADO ECOLÓGICO

Las lámparas, además de poseer la etiqueta energética, pueden poseer la Etiqueta Ecológica Comunitaria o Eco-Etiqueta. La Eco-Etiqueta es un distintivo de calidad ambiental cuyos criterios de concesión están fijados en la Decisión 2002/747/CE de la Comisión de 9 de Septiembre de 2002 aplicable a las lámparas eléctricas de bajo consumo, así como a las lámparas fluorescentes compactas con balasto electrónico y los tubos fluorescentes. No se incluyen en ella lámparas fluorescentes compactas con reactancia magnética, lámparas de proyectores, lámparas fotográficas y lámparas solares.

Para obtener la Eco-Etiqueta las lámparas eléctricas deben no sólo tener un bajo consumo de energía, sino también ofrecer una garantía de vida media superior a las 10.000 horas y un mantenimiento del flujo superior al 70 % pasado ese tiempo.

Un producto con etiqueta ecológica posee las siguientes características:
  • Reducción del consumo energético.
  • Contenido en mercurio estrictamente limitado.
  • Aumento del control de calidad del producto y de su durabilidad.
  • Reducción de los residuos gracias al uso de embalajes reciclables.
  • Mejor información a los consumidores para un uso óptimo.

Etiquetado energético de los electrodomésticos
El etiquetado energético de los electrodomésticos pretende mostrar al consumidor la diferencia entre los consumos de dos aparatos electrodomésticos de similares prestaciones. Una vez hayamos identificado dos aparatos similares, por ejemplo, dos frigoríficos de dos puertas (con la misma capacidad de refrigerador, congelador y el mismo poder de congelación), podremos compararlos en base a criterios de eficiencia energética.

La forma en que el etiquetado energético clasifica los electrodomésticos se basa en la asignación de una letra, existen 7 letras, desde la A a la G, siendo la A indicativa de un electrodoméstico de máxima eficiencia y la G de menor eficiencia.


A modo de ejemplo, la diferencia de consumo en un año puede alcanzar los 400 kWh al adquirir un frigorífico clasificado con la letra A o uno de clasificación energética G. Suponiendo un consumo medio de 1,63 kWh al día en los aparatos de esas características alcanzaría 595 kWh al año, o sea una diferencia de más de 30€ de gasto al año, que multiplicada por el número de años del aparato, resulta en una rápida amortización de la diferencia de precios entre los dos aparatos.

Hay que procurar mantener los equipos en buen estado de funcionamiento, es decir, prestar especial atención a las labores de mantenimiento; como tales entendemos, la limpieza de distintos elementos que mejoran el rendimiento de los equipos, como son los filtros de lavadora, lavavajillas, aire acondicionado, serpentín del frigorífico (normalmente ubicado en la parte posterior del mismo), las salidas de la ventilación del microondas, las gomas de cierre de las puertas de todos estos equipos y su sustitución en caso de rotura y la limpieza de las bombillas que mejoran la calidad de la luz emitida y la vida media de las mismas.

Pero a veces se nos plantean dudas acerca de qué es lo más conveniente, como por ejemplo, en el caso de tener una casa cerrada durante largas temporadas ¿qué es mejor, dejar el frigorífico desenchufado y cerrado? o ¿dejarlo apagado y abierto?, pero si se queda cerrado ¿no sale moho? y si se queda abierto ¿no es posible que la goma de la puerta se deteriore y provoque que no se cierre herméticamente? En estos casos, cuando no se utilice algún electrodoméstico durante bastante tiempo, es aconsejable aplicar una capa de vaselina a la goma de las puertas para que la proteja de los cambios de temperatura, evitando que pierda sus propiedades de elasticidad, de esta forma podemos dejar los equipos desenchufados y con las puertas abiertas para evitar la formación de moho o la acumulación de malos olores. Ya que si se desenchufa el frigorífico, se puede aprovechar para realizar la limpieza del serpentín trasero, para mejorar notablemente su rendimiento.

Se puede reducir la cantidad de la factura de consumo de energía aproximadamente en un 10%, sólo cambiando algunos hábitos en nuestra rutina diaria. Evite dejar los aparatos eléctricos en posición de espera (“stand-by”): apagándolos, puede reducir el consumo de energía un 5% (hay aparatos domésticos - TV, DVD, ordenadores, hornos microondas, que quedan en espera, indicándolo con pequeñas señales luminosas en el panel frontal).

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